A un olmo seco, Recuerdo infantil y Anoche cuando dormía. Comentario de textos machadianos



COMENTARIO DE TEXTO DE ANTONIO MACHADO

RECUERDO INFANTIL
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales
.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano
Y todo un coro infantil
va cantando la lección;
mil veces ciento, cien mil,
mil veces mil, un millón.
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.
Antonio Machado, Soledades. Galerías. Otros poemas (1907)
RESUMEN
Antonio Machado recuerda con nostalgia la monotonía de las clases que recibía de niño en el colegio. Más concretamente describe el aula con un cartel que representa a Caín y Abel, el maestro viejo y enjuto, y el coro de niños que, en las tardes lluviosas de invierno, repetía cantando la lección de matemáticas.
TEMA
Los recuerdos infantiles de las clases monótonas por la tarde, en el colegio donde Antonio Machado estudió de niño.
ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
Por su estructura externa, este poema está formado por cinco estrofas de cuatro versos octosílabos de rima consonante (cuartetas: 8a, 8b, 8a, 8b); además la última estrofa es una repetición completa de la primera estrofa.
Por su estructura interna, este poema presenta una cierta organización “circular”, debido a la repetición de la primera y última estrofa. De todos modos, esta sería su estructura interna:
  • Primera parte (1ª estrofa): Introducción: se señala el tiempo, el lugar y el ambiente del colegio infantil.
  • Segunda Parte: Descripción de los elementos que componen el “cuadro” del colegio: el aula (2ª estrofa), el maestro (3ª estrofa) y los niños (4ª estrofa).
  • Tercera Parte: Final o cierre del poema: Antonio Machado repite la estrofa inicial. Con ello cierra el círculo de la monotonía de la clase infantil.
COMENTARIO CRÍTICO
Este texto pertenece al poeta sevillano Antonio Machado, nacido en Sevilla en 1875 y que a los ocho años se trasladaría a Madrid, junto con su familia. Allí estudiaría en la Institución Libre de Enseñanza, donde recibiría una amplia y abierta formación que resultaría fundamental a lo largo de toda su vida. Durante un viaje a París, con veinticuatro años, entraría en contacto con importantes poetas simbolistas, lo que influiría grandemente en sus primeras composiciones. A su vuelta, da clases en un instituto de Soria, donde conoce a Leonor Izquierdo, de la que se enamora profundamente. A los tres años de casados ella muere y el poeta, muy afectado, abandona Soria y sus recuerdos y marcha a Baeza (Jaén). Más tarde marcha a Segovia y alterna esta ciudad con Madrid hasta el estallido de la Guerra Civil. Partidario de la República, Machado tuvo que abandonar España tras la victoria franquista y murió en un pueblecito francés (Collioure) tras atravesar la frontera junto con muchos exiliados españoles en 1939.
Machado durante su vida pertenece a dos movimientos, el primero fue el Modernismo que centraba su arte en el colorido y el buen aspecto de sus obras mientras que después pertenece a la llamada Generación del 98 que muestra su disgusto de forma muy directa ante la situación de España.
Este poema pertenece a una de las dos obras más importantes de Machado, como es, Soledades, galerías y otros poemas. Esta obra, y como consecuencia este poema, forman parte de la etapa modernista del autor, desarrollada en Soria. Machado en Soledades recoge la influencia modernista, pero en su modernismo intimista rechaza el colorido y destacan en él los aspectos más melancólicos y sentimentales.
Los temas centrales de la obra son el tiempo, la muerte, Dios… Con estos temas se engarzarán otros como la infancia perdida, los sueños, el amor (como un amor soñado, perdido o no realizado),… Los sentimientos que dominan serán la soledad, la melancolía, la angustia y la tristeza, es decir, sentimientos universales.
El poema Recuerdo infantil trata la nostalgia de la infancia perdida, la monotonía de una clase y la educación autoritaria de la época. Podemos encontrar a lo largo de toda la composición el empleo de símbolos. El paso del tiempo lo simbolizó con el reloj, el decaimiento con la tarde (momento del día con el que se identifica Machado), la fuente con la ilusión y el anhelo,… Además de los símbolos, recurre a los adjetivos cromáticos, típicos machadianos. La mayoría de los colores que utiliza Machado son mustios y tristes.
En este poema se exponen símbolos en relación a la poesía machadiana. Aparece la lluvia (la lluvia tras los cristales) que simboliza el tiempo que pasa, así como la tarde que simboliza el apagamiento y la melancolía y adjetivos cromáticos como son parda y carmín. Además, aparecen adjetivos típicos del modernismo como fría, sonoro, infantil, seco,… Los recursos estilísticos utilizados por el autor en el poema son: la hipérbole (truena el maestro), el paralelismo (mil veces ciento, cien mil; mil veces mil, un millón) y la repetición de la primera y la última estrofa.
Se observa un lenguaje sencillo, aludiendo a la religión con palabras como Caín y Abel. Asimismo, está presente el uso de vocabulario con valor connotativo, como es el caso de los adjetivos valorativos con valor negativo (timbre sonoro y hueco, anciano mal vestido). Hay que nombrar la presencia en este poema del campo semántico de la escuela: colegiales, clase, libro, maestro,…
En definitiva, estamos ante uno de los ejemplos más representativos de la poesía de Machado que quizás tenga como origen las clases que a los cinco años recibiera de D. Antonio Sánchez, maestro del colegio al que acude el poeta en Sevilla, y al que podría identificarse como el que aparece en la composición, y que pone sobre la mesa, además de lo dicho hasta ahora, la presencia fundamental que la educación y la enseñanza en todas sus formas representó en la vida y en la obra del autor. No es de extrañar, ya que para Machado “enseñar era la tarea más noble que se pueda ejercer” de todas aquellas a las que pueda dedicarse el hombre.




Comentario del poema “Anoche cuando dormía” de Antonio Machado, de Soledades, Galerías y otros poemas.
Antonio Machado nace en Sevilla en 1875. A los ocho años se traslada a Madrid. Visitó en varias ocasiones París, donde conoció la obra de los simbolistas franceses (Verlaine). Fue catedrático de francés en Soria (donde se casó con Leonor) hasta la temprana muerte de su mujer. Deseoso de abandonar Soria, solicita traslado y es destinado a Baeza (Jaén). Más tarde, marcha a Segovia y visita frecuentemente Madrid. Fue firme partidario de la República y, por ello, durante la Guerra Civil, debió exiliarse a Colliure (Francia) donde murió en 1939. Se cumplió así su temprana premonición, expresada en su poema “Autorretrato”: ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar. autor de Soledades, galerías y otros poemas o Campos de Castilla.
TEXTO
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes a mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.


COMENTARIO DEL POEMA
Se trata de un poema de Antonio Machado, autor sevillano nacido en 1875. Su infancia transcurrió en la capital andaluza, de la que siempre recordará algunos elementos procedentes de su casa natal: el patio, la fuente, el limonero…. Uno de ellos (fuente o fontana) lo veremos en el presente texto.
Posteriormente se traslada con su familia a Madrid. Allí estudia en la Institución Libre de Enseñanza. Viaja en diversas ocasiones a París y se relaciona, en ambas ciudades, con los principales autores del momento.
En 1903 publica su primera obra. Se trata de Soledades, un libro modernista, con raíces simbolistas. Posteriormente, se reedita en 1907 bajo el título de Soledades, Galerías y otros poemas . En esta nueva versión han desaparecido los poemas de un modernismo más radical, mostrándose la tendencia de Machado a la sobriedad que le ha valido ser incluido en la Generación del 98.
Es el de Machado un Modernismo intimista, que hunde sus raíces en Bécquer y Rosalía de Castro
El poema que vamos a analizar pertenece a la serie “Del camino”. En ella, Machado nos ofrece una visión dinámica de su eterna búsqueda. Los caminos suponen vías para adentrarse profundamente en el alma del poeta; estas vías nos llevarán, a veces, a oscuros y angustiosos laberintos; en otras ocasiones, como la presente, la búsqueda dará sus frutos, aunque sólo sea en sueños.
El poema está formado por una serie de siete cuartetas (versos octosílabos de rima consonante según el esquema abab). La división gráfica se hace, como es habitual en la obra, por asociaciones temáticas y no estróficas. Según esto, tenemos cuatro apartados (claramente paralelísticos, pues todos se inician con las mismas palabras), que forman una cuidadosa estructura en Gradación ascendente; en cada apartado se desarrolla una idea que va configurando un estado de alegría que aumenta paulatinamente: desde una intuición inicial llegaremos a la cima de sensación en la última parte, la única formada por una sola estrofa. Pero vayamos por partes:
-vv.1-8. El poeta nos transporta a la noche anterior, a su sueño. Nos anuncia una ilusión (“bendita”: el adjetivo sirve para connotar positivamente una palabra ya de por sí positiva) que aún no conocemos. Quizás el poeta tampoco, porque no acaba de explicarse exactamente qué es lo que pasa: siente una fontana (la eterna fuente de la infancia, la confidente de las penas y alegrías del poeta) en su corazón. Y le pregunta al agua, personificada (convertida, pues, en símbolo) sobre su origen: no sabe por qué oculto camino (“acequia escondida”) ha llegado hasta él. De ahí podemos deducir que el sentimiento que embarga al poeta es nuevo, desconocido: el agua le trae una “nueva vida”. Y se nos insiste en que es algo “de donde nunca bebí”. Aún no sabemos más, pero ya intuimos que una serie de nuevas sensaciones invaden el sueño del poeta.
-vv. 9-16. Ahondamos un poco más: el poeta ve en su corazón una colmena. ¿Qué nos quiere decir esto? Un poco más adelante lo comprendemos: las abejas convierten las amarguras, lo negativo, en “blanca cera y dulce miel”, en algo positivo, dulce. La colmena simboliza la posibilidad de transformar el pesimismo del autor en alegría, en esperanza. El sentimiento desconocido de la primera parte se va ya llenando de significado: el poeta está esperanzado, cree en la posibilidad de desterrar su pasado angustioso, intercambiando angustias por alegrías.
-vv. 17-24. No nos extraña, pues, que el siguiente elemento que el poeta sueña en su corazón sea aún más positivo: se trata del sol, de un “ardiente sol” (no un sol decayendo, no un sol de tarde -no hay que decir más para quien conoce la obra machadiana-, sino un sol cenital, pleno, radiante, que se nos explica en una estructura paralelística). La ligera alegría intuida en la primera parte y asimilada en la segunda llega a ser tan fuerte ahora que hace al poeta llorar.
-vv. 25-28. Aparece Dios. Al llegar aquí comprendemos el poema en su totalidad; las intuiciones anteriores se confirman. El poeta, eternamente pesimista, sumido en la angustia, se ve sorprendido por un sueño en el que aparece Dios, el único capaz de hacer que se despejen sus inquietudes. Ahora entendemos el porqué de la reiterada “bendita ilusión”.
Pero no nos engañemos. Ante todo, Machado ha dejado claro que estamos ante un sueño, ante una ilusión, no ante una realidad palpable. La alegría del poema, pues, está matizada. Sin embargo es claro que estamos ante uno de los poemas más esperanzados de la obra porque, al menos, existe una posibilidad, una respuesta soñada, una ilusión. Y de ilusión -ya lo dice el refrán- también se vive, sobre todo cuando la triste realidad no nos puede ofrecer nada mejor.







cxv
A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo 11A
y en su mitad podrido, 7b
con las lluvias de abril y el sol de mayo. 11 A
algunas hojas nuevas le han salido. 11B
¡El olmo centenario en la colina 11 C
que lame el Duero! Un musgo amarillento11 D
le mancha la corteza blanquecina 11C
al tronco carcomido y polvoriento. 11 D
No será, cual los álamos cantores 11 E
que guardan el camino y la ribera. 11F
habitado de pardos ruiseñores. 11E

Ejército de hormigas en hilera 11 F
va trepando por él, y en sus entrañas 11 G                                      
urden sus telas grises las arañas, 11 G
Antes que te derribe, olmo del Duero. 11 H
con su hacha el leñador, y el carpintero 11 H                   
te convierta en melena de campana. 11 I (i)
lanza de carro o yugo de carreta: 11 J
antes que rojo en el hogar, mañana. 11 I (i)
ardas de alguna mísera caseta, 11J
al borde de un camino; 7K
antes que te descuaje un torbellino. 11 K
y tronche el soplo de las sierras blancas; 11 L
antes que el río hasta la mar te empuje 11-
por valles y barrancas, 7 l (ele)
olmo quiero anotar en mi cartera 11F
la gracia de tu rama verdecida. 11M
Mi corazón espera 7f
también, hacia la luz y hacia la vida, 11 M
otro milagro de la primavera. 11 F
Antonio Machado Campos de Castilla

1. Localización
Antonio Machado nació en Sevilla en 1875, pasó su juventud en Madrid, y estudió en la Institución Libre de Enseñanza. Después de una estancia en Parra, estuvo durante cinco años en Soria como profesor de francés del Instituto. Allí descubrió y se identificó con el paisaje castellano; allí se casó, y murió, a los dos años, su esposa Leonor. Pasó después a Baeza, Segovia y, por fin, Madrid. Al ser derrotado el ejército republicano, se trasladó a Francia y murió en Colliure, un pueblecito cercano a la frontera española, en 1939.Campos de Castilla (1912) significa el encuentro con Castilla, con el paisaje de sus tierras altas donde proyectará su estado de ánimo y encontrará la expresión de la realidad nacional e histórica de España. Hay también en este libro nostálgicos recuerdos personales, reflexión sobre los grandes temas de la existencia humana, preocupación patriótica en actitud crítica, pero todo está visto con una mayor objetividad. Por último, hay que notar la ampliación al paisaje andaluz y los elogios a diversos escritores contemporáneos: Rubén Darío, J.R. Jiménez, Unamuno, Azorín, etc.
2.-Métrica
Este poema está formado por treinta versos de arte mayor y menor, ya que son de once y siete sílabas (endecasílabos y heptasílabos) pero sin seguir ninguna regla aparentemente. Sin embargo, al tratarse de una combinación de versos de 7 y de 11 que riman a gusto del poeta, estamos ante una silva, modelo estrófico clásico que admite incluso la posibilidad de que algún vero quede suelto, como ocurre en este poema. La rima es consonante, menos en el verso vigésimo cuarto, que es un verso suelto, no rima.
Es encadenada menos en los versos 13 y 14, 15 y 16 y 21 y 22, en los que es abrazada. Se producen encabalgamientos entre los versos 5 y 6, 16 y 17, 24 y 25, 28 y 29.
3.-Argumento
A causa de su amor por la tierra de Castilla, el autor encuentra en éste un tema para su poesía, y en el caso concreto de este poema, se centra en la descripción de un olmo, que es una especie de árbol que abunda en el país, el cual se halla en la ribera del río Duero, de manera que consigue crear la imagen de un paisaje en la mente del lector, además de transmitir la pena que da el árbol agonizante, que ya es viejo y será destruido, ya por causas climáticas como por el hombre, pero también trayendo una brizna de esperanza por el hecho de la aparición de unas hojas nuevas.
4.-Tema.
Descripción sensible y patética de un viejo olmo, del cual resurge la vida gracias a la primavera.
5. Estructura
Este poema se divide en tres partes: La primera llega hasta el verso decimocuarto, en la que hace una descripción general del estado del árbol, y de su situación y entorno, citando también la aparición de las hojas nuevas con la llegada de la primavera, y también lo compara con otra especie, los álamos.
En la segunda parte, que ocupa casi todo el resto del poema exceptuando los tres últimos versos, el poeta expresa su deseo de dejar constancia escrita de la aparición maravillosa de esas hojas entre tanta muerte y podredumbre, después de haber citado todo lo que puede ocurrirle al árbol en tal estado.
Los tres últimos versos formarían la tercera y última parte, ya que en ellos no se habla ya del olmo, sino que se expresa un deseo una esperanza.
6. Análisis de la forma partiendo del fondo.
Antonio Machado, un hombre serio, introvertido y solitario, cuyas principales preocupaciones fueron meditar, pasear, leer, asistir a tertulias y escribir, compuso este poema posiblemente durante alguno de sus paseos por el paisaje castellano, uno de los principales temas de su poesía. En este caso, sus escritos van dirigidos a un árbol, en concreto a un olmo,[especie abundante en España} del que consigue extraer, con sencillez, detalles y reflexiones que se asemejan a la realidad del ser humano, porque en la obra a la que pertenece este poema, el autor reflexiona sobre los grandes temas de la existencia humana, angustiándose por el paso del tiempo y la muerte, tal vez a causa del fallecimiento de su esposa Leonor.
Así que, en este poema a comentar se puede hallar, bajo la simple apariencia de una poética descripción de un árbol de su amada Castilla, un segundo sentido, pudiéndose comparar con una vida humana, o mejor dicho, con cualquier vida de un ser humano, con su primera exuberancia de juventud, la madurez y el posterior deterioro con el paso de los años. Pero no todo el poema gira solamente en tomo a la idea del envejecimiento de las cosas o personas, sino que el poeta precisamente se centra, entre la ruina del olmo, en una pequeña esperanza de resurgimiento de la vida, en forma de hojas verdes nuevas con la llegada de la primavera, del mismo modo que cuando nosotros muramos otros ocuparan nuestro lugar en la humanidad.
Al principio del poema, se hace una descripción del protagonista, el olmo, el cual es ya viejo y las vicisitudes de su existencia, en este caso climáticas lo han dejado malparado, ya que está:
“…hendido por el rayo y en su mitad podrido,”
es decir, le cayó un rayo encima que lo dejó casi destruido y además está podrido por dentro hasta la mitad. En estos dos primeros versos hay una gran utilización de los fonemas /o/, /i/, /e/, /d/ y con esta aliteración se produce una sensación de patetismo y desolación.
Pero tras esta primera triste imagen, se da paso a un hecho que es importante para el yo poético:
“con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.”
Utiliza un hipérbaton para cambiar el orden normal de la frase y damos al final un elemento alegre o esperanzador en contraposición con la anterior desolación. Y da un rodeo (perífrasis) para situarse en el tiempo en el que ha ocurrido la salida de esas hojas verdes, que es, aunque se sobreentiende, la primavera.
Él lo expresa mediante dos hechos característicos de esta estación: las frecuentes lluvias del mes de abril y la posterior llegada del buen tiempo en mayo.
Como ya se ha dicho, el poeta siente gran estima por las tierras altas de Castilla y en el poema nos sitúa al olmo, del cual hace otra vez referencia a su edad, calificándolo ahora de “centenario”:
“…en la colina
que lame el Duero!…”
Los signos de admiración dan más énfasis la frase, ayudándonos a comprender lo que para el autor significa aquella tierra, Se produce un paréntesis en la parte descriptiva para damos una rápida visión del paisaje que está contemplando o que ha contemplado muchas veces y tiene grabado ya en la memoria, de manera que en nuestra mente se coloca ya al olmo en un ambiente, y no como se nos presenta al principio, en un entorno sombrío y solitario. Además, la colina en la que se encuentra el olmo está junto a un río, el Duero.
El yo poético lo expresa con el verbo “lamer’, es una prosopopeya ya que la colina no tiene lengua, pero esta expresión acerca más la colina al río que si por ejemplo utilizara la expresión “al lado” o “junto”. Y este hecho, que la colina y el olmo estén tan cerca del río, embellece y da más vida al paisaje que se ha creado en nuestra mente, por estar el río siempre en constante movimiento y ser el agua símbolo de vida. La descripción que sigue del olmo parece que tenga diversas partes diferenciadas, ya que primeramente utiliza gran cantidad de adjetivos que nos ayuden a ver en qué estado tan lamentable se encuentra éste:
“…Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
“Por la forma en que está construida esta frase, ésta toma velocidad, es decir, se pronuncia rápidamente, y jugando con los fonemas de los adjetivos (aliteración) /a/, /e/, /i/, /o/ nos produce una sensación desagradable, de podredumbre, de manera que queda relacionada con la descripción inicial, en la que ya se nombra este hecho. Posteriormente, el yo poético compara al pobre olmo con otros árboles, los álamos.
Estos árboles son de altura considerable y también se encuentran a los lados de los ríos y los caminos, como el yo poético indica, de manera que parece que los- guarden, que los protejan, aunque claro, eso no es posible ya que se trata de seres inanimados (prosopopeya). Además, él califica a estos ‘árboles de “cantores”, pero en realidad no se está refiriendo a los árboles en sí, sino a los pájaros que habitan en ellos, que no se ven escondidos entre las ramas y las hojas, pero que en cambio sí puede oírse su música, como si saliera de los árboles en los que habitan. Pero el yo poético los cita solamente para poder compararlos con su destartalado olmo y pasándose al tiempo futuro, lo ve completamente solo, sin ningún pájaro, en este caso ruiseñores, famosos por su alegre canto, que quiera habitar en él para darle vida y alegrarlo con su música. Después vuelve con su olmo para describir como un:
“Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él,…”
Naturalmente, no se trata de un ejército de tales insectos, pero los compara metafóricamente con uno porque siempre se encuentran juntas en gran número y porque su organización, como la de las abejas, es perfecta, sabiendo cada una lo que debe hacer.
Además, estos versos sirven para indicar, como los anteriores, que los únicos seres vivos que quieren vivir en él son las hormigas silvestres, que se alimentan de inmundicias, y las arañas, las cuales “urden”, es decir, tejen sus telas en las “entrañas”, en el interior podrido del árbol.
Aunque el yo poético habla del olmo en tercera persona hasta la mitad del poema, convirtiéndose estos versos en una descripción del estado del árbol, posteriormente se dirige al árbol como si éste pudiera contestarle, apostróficamente. De este modo, con este recurso, parece que le esté dando alma al ser vegetal, de manera que al referirse al árbol, éste pierde un poco su situación de ser irracional, pareciéndose más a una persona y siendo más capaz de transmitir sensaciones al lector, como si se tratara, en su imaginación, de un anciano a punto de morir.
En todo el resto del poema hasta el final, excluyendo los tres últimos versos, el yo poético cambia el orden normal de la escritura (hipérbaton), en la que el sujeto y el verbo van primeros, seguidos de los complementos correspondientes. Este recurso lo utiliza para exponer, antes de la conclusión, todo lo que puede ocurrirle al olmo en su estado. El modo verbal cambia a subjuntivo, expresando la posibilidad, ya que el yo poético no sabe realmente lo que ocurrirá.
Al principio de cada uno de esos hechos que expone, utiliza el adverbio “antes” como anáfora, de manera que ya se supone que el yo’ poético quiere expresar un deseo o voluntad antes de que ocurra alguna de esas cosas, pero este deseo no se nos es revelado hasta cash el final del poema, finalizando ya toda la narración aunque después haya una pequeña reflexión personal .El primer caso que expone es:
“Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;”
Cambiando el orden normal de la frase, lo que primero se le aparece al lector es el verbo, en este caso “derribar”, de manera que éste ya se da cuenta enseguida de las cosas horribles que pueden ocurrirle al pobre árbol, después de haber sentido el patetismo de la descripción anterior. En este caso el que derriba al olmo es el leñador, para que después el carpintero lo transforme en algo útil. No puede utilizarlo para hacer cosas hermosas, ya que su madera no está en buen estado, así que el yo poético nos enumera algunos instrumentos de madera sencillos, que sean de utilidad y no para decorar y ser vistos, como por ejemplo los muebles, sino la melena de una campana, es decir, el armazón de madera que va unido a ella y que sirve para voltearla, o instrumentos que se utilizan en el campo, como una lanza de carro (la vara de madera que va unida por uno de sus extremos al juego delantero de un carruaje y sirve para dirigirlo) o un yugo de carreta (instrumento al cual, en forma de yuntas, se unen los animales de labor). Otra de las cosas que podría pasarle es que acabara ardiendo en un fuego tierra. Con el adverbio “mañana”, utiliza una metonimia, ya que no se refiere en realidad al día siguiente sino a cualquier día futuro.
El yo poético se vale de una metáfora, “rojo”, para describir el hecho que se estaría quemando. Pero en realidad, para el yo poético lo triste no es que acabara quemado, sino que ardiera en “alguna mísera caseta” seguramente de algún labrador que vive en el campo como indica el verso:
“al borde de un camino;”
y no en la ciudad, en la casa de alguien bien acomodado. Ese sería el verdadero deshonor.
Seguidamente da paso a otra posibilidad, al hecho que fuera arrancado por un torbellino. El término “torbellino” puede tener dos significados, ya que el árbol se encuentra en la ribera del Duero y el movimiento de las aguas de un curso fluvial
recibe el nombre de torbellino, al igual que el movimiento de rotación del aire. El verso:
” y tronche el soplo de las sierras blancas;”
podría explicarse si el poeta o el paisaje que describe se encontrara en el paso del Duero por Soria, ya que ese “soplo” podría traducirse por el aire frío que llega de las montañas nevadas del Sistema Ibérico, o si o puede ser que el yo poético se refiera a la futura llegada del invierno.
Y el último caso que expone es que el olmo pueda ser arrastrado por la fuerte corriente del río, que se encuentra en su curso alto y tiene abundante caudal, hasta que éste lo dejara en el mar tras su larga travesía, pasando
“por valles y barrancas,”
Finalmente, el yo poético nos hace conocedores de su deseo. Él lo expresa en los dos versos siguientes:
“olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.”
Después de haber visto el estado lamentable del olmo y la pequeña chispa de vi que de él brotaba, el yo poético desea guardar un recuerdo escrito del maravilloso hecho.
Pero en realidad, aunque parezca una contradicción, ya lo ha hecho en el mismo poema, de manera que ha dejado esta frase para el final, cuando ya ha hablado extensamente del árbol, y parece que el poema no haya sido compuesto intencionadamente, sino simplemente en la mente del autor. Este recurso expresivo da sinceridad y veracidad al poema. El yo poético, aunque ha descrito todo el árbol en general, en la idea principal en la que quiere centrarse y con la que quiere terminar el poema es en la aparición de esas nuevas hojas verdes, con la gracia de tu rama ‘Verdecida.” es decir, la hermosura de una rama a la que califica de “verdecida”, o sea, coloreada por el vivo color verde de las hojas nuevas. En los tres últimos versos parece que el yo poético se aparta ya un poco del tema concreto del olmo:
“Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.”
Estos tres versos parecen reflejar algún deseo o esperanza del yo poético, como todo el poema anterior hubiera sido un ejemplo para él mismo que le ayudara animarse y a mantener la esperanza. Cuando dice “mi corazón” se está refiriendo a su alma, a sus sentimientos, a él mis El yo poético utiliza el recurso de la metonimia, de tipo la parte por el todo. Y “espera”, dice, “otro milagro de la primavera.”, siendo el primero la aparición de las hojas verdes en el árbol muerto, pero en realidad no se llega a descubrir que es lo que está esperando, aunque, eso sí, debe ir”…hacia la luz y hacia la vida,”
Tal vez se refiere a la aparición de una nueva vida, mientras otra se va al final de vejez. Y el término primavera podría tener un doble significado, refiriéndose metafóricamente a la juventud, fresca y vital.
Quién sabe si el poeta Machado recordaba su infancia y su juventud mientras paseaba por la orilla del Duero.
Campos de castilla

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